Posteriormente a la cena, Gaby me pregunta con cierta picardía: “Paulo, te apetece un liquado…– frunciendo las cejas y sujetando una botella – ¿de Tequila?” Le contesté “¡A huebo!”. Contenta con mi respuesta, camina meneando el trasero hacia la cocina, para preparar los cocteles.
Me puso a leer otro capítulo del libro “Chicken Soup for the Writers’ Soul” y de pronto escuché Vrooommm vrooommm, indicándome que la batidora eléctrica estaba mezclando nuestras bebiditas.
De hecho, unos minutos después, avisté a Gaby y Oria viniendo hacia mí, cargando vasos llenos de un líquido espumoso. Gaby me regala uno y probé la sabrosa mezcla fría de tequila, limón, naranja, azúcar y mucho hielo triturado.
Nos tumbamos en varias hamacas y mientras discutimos los eventos del día, saboreábamos nuestros merecidos cocteles.
No eran las 9 aun pero ya todos los huéspedes se habían retirado a sus aposentos.
Una brisa fresca, sacudía levemente, las ramas y las hojas de los arboles del pantano que nos circunda. Escuchamos al lejos, los fuerte truenos, recordándonos que, estábamos precisamente en el medio de la temporada del monzón y que iba a caer una lluvia fuerte muy pronto.
Aquí, en la hermosa Guatemala, el país de la eterna primavera, suele llover todas las noches. Durante el día, hace un sol tan calentito, que el rio, con sus aguas limpias, verdes y frías nos invita a nadar y a refrescar. En contrapartida, la noche con sus tormentas incansable mas los sonidos calmantes de la jungla, nos invitan a dormir mucho y de prisa.
En las casi 2 semanas que llevo en la Finca Tatin, he visto ranas y sapos gordísimos que roban la comida al perro, una serpiente enorme asustaba a los clientes, saltamontes gigantes que se tragan ramas completas en menos de 5 minutos, montes y montes de cangrejos (los machos tienen apenas una pinza y las hembras dos!).
He encontrado mini tortugas que parecen que han escapado de un acuario, cutetes que brincan por el agua creando la ilusión que caminan por ella (de hecho, hay gente que los llaman de “Jesús Cristo”), alacranes negros como el carbón, murciélagos sobrevolando el cielo nocturno tan elegantemente como si estuviesen danzando un baile clásico.
Incluso hay iguanas que nos miran de reojo y varias especies de arañas siempre presentes, en donde menos las esperas. Me encontraba yo un día sentado en la taza del baño haciendo mis…cosas, cuando me doy cuenta que a menos de 10 centímetros de mi coronilla, estaba una araña colgada de su tela.
Menos mal que no soy calvito, sino…
Me falta avistar tarántulas, todas las noches al entrar a mi habitación, miro minuciosamente por debajo de la cama, no vaya a tener una esperándome (¿por dónde andarán esos bichos peludos?).
Ciao 4 now
~ Paulo ~
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