Sangre por to el lado. Hay manchas de sangre en el suelo de la recepción. En el sendero, huellas rojas aun frescas. Hay coágulos de sangre encima de la mesa. Los libros de la estantería están salpicados. Hasta la base de una columna de madera está chorreada de sangre.
Tal visión a la primera hora del día, salvo a los vampiros, no es la que uno aspira toparse.
Llega Kata, una de las cocineras.
“¡Que feo! ¿El chucho fue mordido por los murciélagos otra vez, Paulo?”
“Parece que sí. Este perro no aprende ¿eh? Cuando tengas un ratito ¿pasas el trapeador en este piso, por favor?”
“Ahorita Paulo.”
Llega Carlos, el dueño.
“¿Qué pasó Paulito?”
“Ya ves. Dino. Le tienes que amarrar por las noches o los murciélagos le van a chupar to la sangre.”
“Paulo, los murciélagos no chupan la sangre. Lo que hacen es morder e inyectar un veneno que tiene un elemento anestésico y anticoagulante. El perro no siente dolor pero la sangre fluye. Casi de inmediato, aparecen unos bichitos, unas larvas que crecen en la sangre. De eso se alimentan los murciélagos.”
“Vale. Muy bien. Pero ya van varios días. Hay que hacer algo.”
“Carlos, usted tiene que lavar el chucho”, aconseja Kata “con agua y ajo.”
Encojo los hombros.
“Carlos, está comprobado que el ajo ahuyenta los Draculas, puede que también funcione con los murciélago de acá. No cuesta nada intentarlo.”
…
A veces, la solución es más sencilla de lo que parece. A veces no es necesario haber viajado medio mundo para adquirir el conocimiento necesario. Y a veces no es obligatorio saber leer o escribir, como es el caso de Kata.
No sabemos aun si el baño de ajo funcionará. Lo probaremos esta noche. Lo cierto es que si eso sale bien, ¿cuantas más cosas de las películas de miedo son verdaderas?
Ciao 4 now
~ Paulo ~
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