Ya pasé una noche en Belice, concretamente en Calcutta, un pueblucho del distrito de Corozal que desde Chetumal, México apenas se tarda 30 minutos en coche.
Ayer, después de despedirme de la gente de Playa del Carmen, agarré el autobús ADO a Chetumal, la ciudad fronteriza con Belice. El autobús llegó a las 15:45 y me senté en la sala de espera a que mi primero anfitrión beliceño del Couchsurfing llegara para cruzarnos la frontera.
Un hombre alto, gordito con sombrero tejano, vaqueros, camisa de cuadros y botas negras de Harley Davidson, se sentó a mi lado, se presento como Roberto Vazquez, con dupla nacionalidad (estadounidense y beliceño) y me platicó que iba a de autobús hasta Corpus Cristus, Texas, E.E.U.U. Saldría a las 18:00 y llegaría domingo tempranito. El costo del viaje es de 1500 Pesos y la alternativa seria irse de avión por 5000 Pesos.
Roberto se dedica a comprar camionetas en Texas y llevarlas a Belice para venderlas, tiene una casa en los E.E.U.U. y varias en Belice. Continuamos platicando acerca de su tierra y cuando le comenté de mis viajes, my amablemente me ofreció hospedaje en su casa en el distrito de Cayo.
Cayo es conocido por sus cascadas bellísimas, por una comunidad de Menonitas (que con sus cultivos son los principales proveedores de verduras y legumbres de Belice), entre otras cosas. Le agradecí muchísimo su oferta y le dije que seguramente me quedaré en su casa unos días cuando pase por su distrito.
Un poco después llego Roberto xxxxxxx, mi anfitrión beliceño del Couchsurfing. Ya sé, ya sé, hay muchos Robertos.
Un pequeño inciso: Mi experiencia con Robertos es de la más extraordinaria. En Nueva York, Roberto Swords me ofreció alojamiento, en Cancún me quedé un mes en casa de Roberto Cedillo, ahora un norteamericano/beliceño (Roberto Vazquez) acaba de convidarme a su casa en Cayo y finalmente me quedare un par de noches en casa de Roberto Garcia.
Me despedí del R. Vazquez, me metí al coche de R. Garcia y hicimos una parada rápida en el Office Depot y Chedraui. R. Garcia me comento que en Belice no hay macro-tiendas como Wal-Mart, Chedraui u Office Depot, ni tampoco hay McDonald’s o Burger Kings. Guau!
Seguimos hacia el control fronterizo mexicano, y tuve mi primera experiencia de soborno y corrupción policiaca:
Dado que no tenía el sello con la fecha-de-entrada a México, en mi pasaporte, los guardas no sabían cuanto tiempo estuve yo en el país. Me dijeron que tendría que primero rellenar un formulario y a continuación por pagar la multa correspondiente a través de ingreso bancario, todo esto antes de poder salir del país. Cuando les pregunté si había otra forma de arreglar las cosas, puesto que yo estaba de salida, me miró seriamente y me dijo: “Danos un donativo de 700 Pesos, te ponemos el sello en el pasaporte y se queda todo regulado.”
Sabía que mas tarde o temprano me iba a pasar algo del estilo así que teniendo en cuenta que la alternativa seria pagar una multa oficial de más de 300 dólares, pague, o mejor “doné” a las autoridades la cantidad solicitada.
Apenas falta el control fronterizo de Belice. El guardia beliceño también me preguntó cuánto tiempo estuve yo en México, por qué yo no tenía la fecha-de-entrada, etc., etc. Me hize el tonto inocente y finalmente me informó que normalmente uno tendría que pagar una multa (pensaba yo ¿Joder tío, otra donación para la causa?) pero como yo parecía una persona decente me dejaría pasar sin problemas.
Guau!
Mi experiencia con beliceños no deja de sorprenderme, me dan alojamiento y no me piden multas ni sobornos.
Ya estoy en Belice así que “Güelcome to Belize!”
Nuevamente en el coche de Roberto Garcia pasamos por la Zona Libre donde los mexicanos suelen venir a comprar alcohol, electrónicos, comida, etc., con descuentos del 70%. R. Garcia no puede entrar en la Zona Libre puesto que es exclusiva para los mexicanos, aunque esté ubicada ya en territorio beliceño. Cosas de locos pero es la realidad.
Pasamos también por pueblos muy chiquitines (Corazal, Ranchito, Carolina) donde pude apreciar, a través de los cristales del coche, la bahía de Corozal con sus aguas limpias y de tono verde esmeralda, las típicas casas coloniales de madera con las que ya me había acostumbrado en Nueva Orleans. Con su diversidad de colores, uno se siente transportado a otro tiempo ya olvidado por muchos. Coches y camiones viejos y descuidados, el verde hermoso de la vegetación beliceña y la infinidad de frutas tropicales tales como mangos, plátanos, caña de azúcar, limones verdes, cocos, etc. Me asomé a la ventanilla del coche y pudo oler todos los aromas característicos de tanta diversidad.
De pronto llegamos a Calcutta, el pueblo de Roberto Garcia, (de Chetumal a su casa son 30min acordaos).
Pusimos mi mochila en su casa y nos fuimos al otro lado de la calle donde Roberto G. tiene un pequeño Cyber con 3 PC’s y muchas golosinas y dulces. Me senté con mi mini laptop y mientras platicábamos empezó mi lucha con los mosquitos.
En el coche, Roberto G. me advirtió que los moscos son feroces pero no me pudo imaginarlo hasta que me sentí atacado. Roberto G. se reía viéndome peleando con los mosquitos a guantazos y patadas, hasta incluso di un puñetazo a uno pero logro sobrevivir. Aunque yo luchaba mucho, ellos tenian la ventaja numerica asi que uno o otro lograba picarme y chuparme la sangre como vampiro!
Además de los mosquitos, se acercaban muchos otros insectos inofensivos pero yo los mataba a todos, no vaya a ser que también quieren un poco de mi sangre.
Cuando nos cansamos fuimos al bar de Gordo, un amigo de Roberto y nos tomamos unas cervecitas con varios compadres suyos y pude apreciar en vivo la lengua criolla beliceña: Kriol
Todos los beliceños hablan español, inglés y kriol y suelen mesclar los 3 idiomas mientas hablan. Yo pensé que Pedro (un amigo portugués que vive en Barcelona, España) y yo éramos los locos cuando platicábamos en español, inglés y portugués, pero la verdad que mirar estos chavales hablando entre ellos es cosas de locos. No obstante, me ha gustado mogollón. Muchas cosas entiendo pero muchas no. ¡A ver si logro aprender un poco de creole!
Después de varias cervecitas, nos entro mucha hambre así que nos fuimos a comprar pollo y papas al centro. Al llegar apenas estaba una ventanilla con rejas de metal que supuestamente daba a un restaurante chino. Cuando hicimos el pedido, vino la policía y nos ordenó “!Vete a la casa! ¡Ya!” Nos metimos al coche y uno de los policías se acercó con una linterna a la ventanilla del restaurante pero adentro no se vía nada puesto los chinos ya la había cerrado y apagado las luces también. Escuchamos un policía gritar “Voy a cerrar este local de mierda” y fue entonces que me di cuenta que el sitio era ilegal. No pasa nada pues el policía no se va a quedar toda la noche delante de la ventanilla así que nos dimos la vuelta a la manzana y volvimos para recorrer nuestra comida. John, unos de los chicos dijo “?Has visto? ¡Los china man tienen menos miedo de la policía que nosotros!”
FOTOS DEL DIA!
Ciao 4 now
~ Paulo ~